Luego de anunciar su postulación a la presidencia, de la oferta de Barba Caballero para encabezar su partido y de la aparición de carteles en varios puntos de la ciudad, la probable candidatura del autor de 'Los últimos días de La Prensa' ha cobrado protagonismo mediá
tico.
El 3% que le otorga la reciente encuesta de Datum parece haber animado al también periodista a lanzar una serie de propuestas controvertidas y nombrar a las personalidades que integrarían su gobierno, entre las que destaca el abogado Enrique Ghersi como probable compañero de plancha
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Mucho se ha especulado en los últimos días sobre la candidatura del polémico conductor de televisión Jaime Bayly. Sus detractores aseguran que se trata de otro bluff del otrora "niño terrible" o una burda estrategia para levantar la sintonía de su programa (El Francotirador). Como prueba exhiben las diatribas lanzadas contra el ex presidente Alejandro Toledo y el actual mandatario para que los electores votaran en blanco en señal de protesta.
Tal vez algunos recordaran que en la segunda vuelta de 2001 Jaime Bayly y Álvaro Vargas Llosa, a quien ahora denosta en su columna en el diario Perú 21 (Cabrones de mala entraña), promovieron la anarquía entre los votantes de manera irresponsable cuando el país, que acababa de salir de una penosa autocracia, necesitaba estabilidad política. La propuesta de Bayly y de su entonces amigo y compinche no dio resultado porque la gente entendió, a pesar de que los dos postulantes eran muy resistidos, sobre todo García, que las acusaciones de Bayly y el hijo de Vargas Llosa eran simples y veleidosos arrebatos.
Esa imagen de Bayly ha quedado grabada en la memoria del votante, la que, por supuesto, no lo favorece para nada, pues lo pinta como una persona inmadura, caprichosa e incosistente. Nadie en su sano juicio querría un presidente que cambia constantemente de parecer pues el peruano promedio busca a alguien que gobierne el país con puño firme o, de ser el caso, con mano de hierro (de ahí que muchos añoren a Fujimori o deseen que surja un Pinochet).
El principal enemigo de Bayly no parece ser la clase política, de la que trata de desmarcarse diciendo que no presentará lista al Parlamento o que eliminará los privilegios que gozan los congresistas; sino él mismo. El temperamento que lo ha llevado al estrellato televisivo es su peor enemigo. Para nada lo ayuda presentarse como "el primer presidente homosexual e impotente del Perú" porque le resta mucha seriedad a la imagen que debe construir: la de un Bayly presidenciable.
Limitar su veta sarcástica, humorística, cáustica y verborrágica podría no ser suficiente para presentarse como alternativa a los políticos desgastados que nos gobiernan desde hace varios lustros. Quizá deba cambiar más de la cuenta, además de controlar sus excesos verbales, porque algunos rasgos distintivos de su personalidad colisionan contra las creencias de muchos peruanos, sobre todo las de los más conservadores. Es probable que su agnosticismo no sea muy relevante en el Perú de hoy (a Vargas Llosa le quitó muchos votos en 1990); pero sí su posición a favor de despenalizar el aborto, liberalizar el consumo de drogas, apoyar el matrimonio homosexual y declararse bisexual. Todos esos "ingredientes", y algunos otros, reducirán sus posibilidades a medida que vaya avanzando la campaña presidencial.
Entre los elementos que podrían apuntalar su candidatura destaca su desenfado contra nuestra nefasta clase política. Bayly podría encarnar el descontento generalizado contra los partidos y movimientos improvisados que se forman a última hora para participar en los procesos electorales. No por gusto la ciudadanía demanda, según un reciente sondeo de Ipsos-Apoyo, que el futuro presidente sea honesto (así lo expresó el 58% de los encuestados; el 40% exigió que posea visión de futuro; y el 35%, sinceridad). Creemos que Bayly estaría en condiciones de capitalizar ese rechazo porque no ha tenido participación en política (no de manera activa, claro está, a pesar de ser una figura influyente).
El descrédito es, desde luego, de los actores políticos, más no del sistema que nos ha hecho crecer de manera sostenida desde hace seis años (de fines de 2002 hasta el 2008) a tasas superiores al 5%. Lo que la gente reclama en la actualidad no es un cambio radical, sino algunas correciones para que el modelo sea más inclusivo. Algo díficil de lograr si no se realizan reformas en salud y educación.
Bayly parece haber entendido el mensaje pues orientará su discurso a reestructurar el sistema educativo para que los peruanos más pobres accedan a una educación de calidad. Para revolucionar las cosas ha prometido eliminar las Fuerzas Armadas (ya no tendríamos Ejército, sino una Policía mejor equipada y remunerada para combatir a la delincuencia y al narcotráfico). Licenciar a los militares, rematar decenas bases y dar de baja equipos (en su mayoría obsoletos) generarían importantes ahorros que permitirían incrementar la inversión del Estado en cada niño o adolescente en edad escolar.
En teoría suena interesante su propuesta pues a Costa Rica, uno de los países mejor educados en América Latina, le ha ido muy bien sin Fuerzas Armadas. Sin embargo, la feroz resistencia de militares en retiro y en funciones, y de sectores nacionalistas, se encargarán de sabotear el desmantelamiento de una institución que se considera tutelar en la Nación (*).
El marcado anticlericalismo de Bayly, quien en más de una ocasión ha declarado que el Estado no debería financiar a la Iglesia Católica porque discrimina a otras confesiones, podría generarle un sinnúmero de roces y anticuerpos con autoridades eclesiásticas. Se vaticinan varios intercambios verbales con el cardenal Cipriani conforme Bayly vaya creciendo en las encuestas.
De otro lado, el hecho que podría hacer despegar su candidatura es su disposición para liberar al ex presidente Alberto Fujimori, quien acaba de ser condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad (asesinato y secuestro agravado). En la medida que las posibilidades de Keiko Fujimori, heredera del reo, se desinflen, las adhesiones por Bayly crecerían pues sostiene que el anciano Fujimori habrá pagado lo suficiente para cuando se coloque la soñada banda presidencial.
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(*) Para el historiador Nelson Manrique el tutelaje de las FF. AA. no está ligado a la defensa del territorio nacional, sino al rol de brazo ejecutor de sectores oligárquicos.
1 comentarios:
Sr. Reyna, Jaime Bayly es lo que necesita el Peru. El es un hombre honesto y capaz.
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